20 años de Google: usar un buscador no es saber buscar

Los 20 años del celebérrimo motor de búsqueda Google llegan en plena era de las Fake News. Y también en un momento en que abundan las noticias sobre trabajos universitarios que abusan del «corta y pega». Ni una cosa ni otra son nuevas. Los bulos siempre han existido. Antes se transmitían por el boca oreja, luego a través de algunos medios de comunicación, más tarde por e-mail… Ahora solo se han amplificado gracias a la enorme difusión de los smartphone y, con ellos, el rápido acceso a las redes sociales. Tampoco son nuevos los «copy-paste» en los trabajos escolares.

La lupa de GoogleCuando hace 15 años di clases a universitarios de primer curso (precisamente, eran alumnos de Comunicación, y la asignatura, Documentación) viví una anécdota curiosa. Internet no era aún de uso tan común como ahora, y los pendrive no abundaban. Pedí a los estudiantes que hicieran un trabajo a partir de una búsqueda de información. Uno de ellos, en lugar de entregarme los folios a ordenador, me dio un pendrive. Al preguntarle qué se suponía que tenía que hacer con eso, me contestó que el trabajo era muy largo, y que así se ahorraba imprimirlo.

Aparte del pasmo inicial, lo que comprobé al abrir el documento fue que sí era muy largo: lo era porque se había limitado a enganchar fragmentos repetitivos y sin contrastar encontrados en Internet. Y los fue enlazando (sin orden ni concierto) hasta alcanzar el número de hojas que le pareció que le harían quedar bien.

Estudiante en biblioteca¿Sabía aquel alumno utilizar Google? Por supuesto, no es difícil, solo hay que escribir unas palabras y darle al botón de Buscar (también puedes darle al Voy a tener suerte, y los resultados serán diferentes; aunque eso sería tema de otro post). Pero, conocer el uso de la herramienta equivale a saber buscar información? No, y mucho menos a saber qué hacer con ella.

Siendo periodista, les debo total admiración y agradecimiento a Larry Page y Serguéi Brin (los fundadores de Google) por la de tiempo que me han ahorrado. Sin embargo, yo llegué a Google después de haber aprendido a espabilarme para encontrar la información que necesitaba. Iba a bibliotecas, acudía a las fuentes originales, preguntaba a expertos, entrevistaba por teléfono, enviaba cuestionarios… Ello me obligaba a elegir bien las fuentes y a evaluar su calidad.

Las generaciones más jóvenes, a menudo, ni siquiera saben buscar en un diccionario en papel, y ni se plantean si hay (por ejemplo) un museo de ciencias naturales al que puedan ir a consultar, en persona, sus dudas para un trabajo académico. Es decir, la simplificación del modo de conseguir información está privando a los estudiantes de hoy día del desarrollo de otras habilidades muy útiles.

Fake NewsLo mismo ocurre, creo, con el consumo rápido de información. No hay paciencia para leer o escuchar noticias que analicen los asuntos de actualidad con profundidad. Y tampoco que se esmeren en aportar eso que, al menos hasta hace poco, ponía en valor la labor de los periodistas: el contexto. No digo que ya no exista ese esfuerzo periodístico por contrastar y contextualizar, sino que, con frecuencia, la audiencia no lo tiene en cuenta. Para que no te cuelen una Fake News es necesario estar dispuesto a buscar la versión de varios medios, fijarse en la fuente y en su fiabilidad, acudir a la hemeroteca (virtual), etcétera. ¿Queda mucha gente que haga eso hoy día? Si has llegado hasta esta línea, quizás seas uno de los pocos que aún lo hace. Me encantaría que me lo confirmarses comentado este post.

Por cierto, felices 20, Google.

Infografías: la imagen al servicio de la comunicación

Infografía: 5 consejos para persuadir con tu escritura

Decía Antoine de Saint-Exupéry, el célebre autor de El Principito, que «La perfección no se alcanza cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar”. Por eso, quienes escribimos sabemos de la importancia de «podar» los textos hasta dejar solo lo esencial.

A veces, y más en esta época de cultura eminentemente visual, una estrategia para redondear una información y hacerla atractiva (sin abusar de la largada del texto) es combinar letra e imagen. Y una de las mejores formas para lograrlo es a través de las infografías. Hasta hace poco, realizar una de estas piezas (que sirven desde para hacer listas, a explicar procesos complejos, o a ampliar una información muy en detalle; y que hace tiempo que son un recurso imprescindible en la prensa escrita, en papel y digital) era coto exclusivo de los diseñadores gráficos. Y aunque las grandes infografías siguen requeriendo de las habilidades y conocimientos de los profesionales especializados, algunas herramientas han puesto al alcance de todos elaborar productos más que dignos.

Os dejo como ejemplo dos infografías que he realizado para diferentes entornos de trabajo: la primera, «Persuadir con tu escritura», la utilizo en mis clases de Comunicación corporativa. La segunda, «Ollas y sartenes en forma», la he publicado en la revista 4HomeMenaje, de la que soy redactora. Espero que os gusten. Si os animáis a utilizarlas, os recomiendo dos programas (ambos con versión de pago pero con una versión gratuita con bastantes prestaciones): Canva y Piktochart. En Internet (y en las webs de ambas herramientas) encontraréis ideas y tutoriales para utilizarlas (son sencillas, solo requieren un poco de práctica). Y, sobre todo, recordad respetar los derechos de autor de los recursos gráficos que empleéis (aquí os dejo un artículo explicando como Google permite filtrar la búsqueda de  imágenes para encontrar las que se puedan utilizar sin contravenir los derechos establecidos para el uso por parte de terceros).

Y ahora, ¡a crear!

Ciudadano Kane: cine y periodismo

Orson_Welles-Citizen_Kane1Imperdonable. No se puede hacer una sección de películas relacionadas con el periodismo y no haber hablado de Ciudadano Kane. Enmendamos el error en el año del centenario del protagonista, guionista y director de tan magnífica película. Como llegamos un poquito tarde, sabemos que no queda nada original que decir, pero tan intrépidas como el editor de periódicos y multimillonario Charles Foster Kane (personaje central de Ciudadano Kane), vamos a intentar dejar huella con esta crítica. Ejem, ejem.

Welles rodó Ciudadano Kane, una película considerada por muchos la mejor de la historia, con sólo 26 años. La fuente de inspiración del guión (desarrollado conjuntamente por Welles y Herman J. Mankiewicz) fue el magnate de la prensa William Randolph Hearst. Una de las historias alrededor de la historia del largometraje es la cólera que generó el Hearst, que prohibió que todos los medios de comunicación que poseía mencionaran siquiera la película.

Ciudadano Kane se ganó su lugar en la historia del cine por muchos motivos… Sigue leyendo el post original.

“Sostiene Pereira”: una novela sobre el compromiso del periodismo

Sostiene_Pereira copia

Di Utente:Fabio Matteo – Film Sostiene Pereira di Roberto Faenza, 1995, Copyrighted, https://it.wikipedia.org/w/index.php?curid=5233927

Como muchos miles de lectores, hay una novela sobre periodismo, pero no solo, sino también sobre la actitud que tomamos ante los hechos que nos rodean, que me impactó hace años. También existe una película, para los que no seáis amanes de la lectura (nunca es tarde para engancharse), protagonizada por el gran Marcello Mastroianni. “Sostiene Pereira” es una novela del escritor, profesor, traductor, y también periodista, italiano Antonio Tabucchi, que falleció en 2012 en su ciudad de adopción: Lisboa.

El Pereira del título es un periodista que había cubierto sucesos y ahora dirige la sección de cultura en un periódico lisboeta durante la dictadura de Salazar. Se declara apolítico y vive una vida tranquila, dedicada a recordar a su mujer fallecida. Cuando el joven Monteiro Rossi entra a trabajar bajo sus órdenes, todo cambia. Le asigna la tarea (sí, se hace) de escribir obituarios de personas célebres aún vivas (es la única manera de que, al día siguiente de un fallecimiento, los periódicos ya puedan publicar extensos artículos sobre el difunto).

Pero Monteiro no escribe los encargos que le hacen, si no sobre personajes de tendencia fascista, a los que denuncia con vehemencia. La presión y la censura se hacen demasiado evidentes ante los ojos del sosegado Pereira, que hasta entonces había elegido no ver lo que ocurría a su alrededor. En su afán por ayudar a Monteiro Rossi, el periodista se implica más de lo que nunca hubiera imaginado en asuntos políticos, y peligrosos. No desvelaremos el final de libro, pero la vida (y la actitud frente a ella) del protagonista da un giro radical.

Los que aún no lo hayáis leído descubriréis a un autor comprometido con su tiempo, presto a denunciar las injusticias, la hipocresía… Una novela que conmueve y remueve, y que no pierde actualidad. Muy apropiada para los tiempos que corren. Y para acabar de convenceros, os dejamos una pieza musical de la banda sonora de la película. Dirige la orquesta el autor de la música, Ennio Morricone.

Despidiéndonos de Gabo

Gabriel García Márquez (2002), autor Jose Lara. Imagen extraída de Wikipedia.

Gabriel García Márquez (2002), autor Jose Lara. Imagen extraída de Wikipedia.

Hay autores a los que, aunque no tengamos el placer de conocer, sentimos que son algo nuestro. El escritor que consigue eso, ha triunfado en toda la amplitud de la palabra. No soy de releer libros (hay tantos que merecen la pena y tan poco tiempo), pero ha muerto Gabriel García Márquez, así que voy a recuperar mi ejemplar de El amor en los tiempos del cólera, una de mis novelas favoritas. Sé que muchos prefieren Cien años de soledad, el mundo de Macondo, pero a mí me conmovió más la historia de ese amor contrariado que tuvo paciencia y acabó triunfando.

Reproduzco aquí el post que he publicado hoy en 140 Comunicació: un humilde homenaje a un gran periodista y escritor:

En 140 Comunicació nos sentimos en deuda con Gabriel García Márquez. Primero, por habernos regalado tantas palabras, escritas con un dominio del lenguaje, de las historias, que dominaba en su doble faceta de periodista y escritor. Y segundo, porque teníamos previsto desde hace meses dedicarle un post y lo hemos ido retrasando. Hoy ya no hay excusas: Gabo ha fallecido a los 87 años.

En un repaso rápido a nuestras lecturas compartidas, hemos visto que nos ha hecho disfrutar con El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, El coronel no tiene quien le escriba, Relato de un náufrago, Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, Memoria de mis putas tristes (su última novela, publicada en 2004) y el libro que recogía veintidós discursos pronunciados a lo largo de su vida, Yo no vengo a decir un discurso, la última publicación en la que pudimos disfrutar de sus palabras, en 2010.

No nos ponemos cien por cien de acuerdo en cuál es su mejor libro. Es difícil elegir cuando hay tanto y tan bueno. Cada una atesora una frase, un sentimiento… Algo de lo mucho que nos regaló en su larga carrera. Quien esto escribe tuvo la suerte de ver un documental sobre su vida. Tan rica que se hace más fácil entender de dónde extrajo la materia prima para tanta y tan buena literatura. Sólo alguien como él podía hacer que Macondo fuera para todos los lectores de Cien años de soledad un lugar que, por fuerza, existía, por más que no figurase en los mapas.

Su faceta de periodista era menos conocida, quedó algo sepultada por sus novelas. Pero quien haya leído Noticia de un secuestro o Diario de un náufrago sabe que también ahí era un maestro. Como él mismo dijo: “Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos es de periodista”. Ahora nos apetece más que nunca que pueda conseguirse en España el libro Gabo, periodista, antología de textos periodísticos de Gabriel García Márquez, que publicó en 2012 la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

Gracias Gabo.

Autorretrato de un joven capitalista español: no recomendada para todos los públicos

Pues no. Autorretrato de un joven capitalista español, creada, dirigida e interpretada por Alberto San Juan, no es una obra para todos los públicos. Si eres un votante convencido de derechas, ¿para qué vas a ir? Nadie paga una entrada para pasar un mal rato. Si eres muy monárquico, tampoco creo que seas el espectador idóneo de este monólogo. Y, en general, si eres de los que prefiere no salir del patio de butacas sobreexcitado, pues tampoco. Porque esta obra te pone a pensar, derriba más de un ídolo y te trasmite la misma sensación que explica el autor sobre el escenario: que todo lo que estamos pasando ahora viene de atrás. Y que muchos no hemos empezado a verlo hasta hace cuatro días (otros continuarán así por mucho tiempo; a veces sin pretenderlo, a veces a conciencia).alberto-san-juan-autorretrato-joven-capitalista-espanolY el caso es que muchos de los datos que arroja San Juan en las dos horas que dura la obra ya los habíamos leído o escuchado (otros no, y oyes como se intercambian expresiones de sorpresa en las butacas de alrededor). Pero así, puestos uno detrás de otro, bien hilvanados (aunque él juegue a hacernos creer que no se sabe bien el texto, que improvisa, que pierde el hilo; y aunque intercale bromas personales) impactan. Al final, nos ha dejado sobre el escenario del Sagarra los libros con los que se ha documentado. No los recuerdo todos (y la batería de mi móvil no me ha dejado fotografiarlos): estaba, por ejemplo, «Los amos del mundo», de Vicenç Navarro y Juan Torres. O «Mis conversaciones privadas con Franco», de Francisco Franco Salgado-Araujo, primo del Generalísimo.los-amos-del-mundo-portada

Desfilan por el escenario Kissinger, Rockefeller (reconozco que nunca había oído hablar, por ejemplo, de la Comisión Trilateral), la crisis del petróleo de los 70, el papel del gobierno estadounidense en muchos escenarios internacionales (España incluida), y también los políticos, banqueros, etc. protagonistas de la política y la economía españolas del siglo XX y de lo que llevamos del XXI (también de la catalana). Y hay para todos. Desfilan por la pieza Aznar y Rajoy, González y Zapatero, Carrillo, la prensa, los protagonistas del 23-F (uno de ellos, el general Alfonso Armada, ha fallecido hoy). Lanza San Juan alguna puya que él mismo reconoce que no puede demostrar, porque sólo tiene la palabra de amigos que vivieron alguno de esos momentos. Pero otros datos están en los libros de historia, o incluso en las hemerotecas en boca de quienes los protagonizaron.

La tesis es contada con mucha gracia por el actor (uno de los protagonistas de películas para mí inolvidables como El otro lado de la cama o Una pistola en cada mano) y arranca risas al público, aunque sin dejar de remover en ningún momento. Y viene a ser la siguiente: a esto no hemos llegado por casualidad. En todo momento ha habido gente con poder, de fuera y de dentro, que ha impuesto el camino a seguir. También gente que ha cedido a esas imposiciones unas veces, y las ha aceptado de buen grado otras. Vamos, que nos han escrito el guión. Que Autoretrato-de-un-joven-capitalista-españolalgunos han puesto (o están poniendo) la puntilla en cuestiones como las privatizaciones o la reforma laboral, pero que otro antes dejaron abierta la puerta que lo permitió.

Un panorama feo, feo, del que el propio San Juan se pone como ejemplo contándonos que su época de desahogo económico pasó a la historia. Sin embargo el actor (también autor, director y empreario), uno de los fundadores de la compañía Animalario, no nos deja irnos deprimidos del teatro. Nos recuerda que la gente unida tiene poder, y que las historias no acaban hasta que cae el telón definitivamente. Nos dice que la cosa está magra, pero también nos señala algún resquicio por el que empezar a escapar (la compañía eléctrica Som energia, por ejemplo). Quizás pensándolo mejor, sí que ésta es una obra para todos los públicos. O estaría bien que lo fuera. Yo, modestamente, la recomiendo. Gracias, Alberto.

Javier Cansado vuelve al A Vivir para ser el amo del SEO

Ya tiene fecha: Javier Cansado (también conocido como Doctor Cansado) volverá al progama A vivir que son dos días de La Cadena SER el sábado 9 de noviembre. Lo curiosos es que lo hará para darle un nuevo sentido al término SEO a través del uso de la herramienta Google Trends. Ya tengo ganas de ver qué palabras escoge para comparar las búsquedas en esta herramienta de Google. Conociendo su mente maquiavélica, puede salir cualquier cosa ; ) En cualquier caso, su vuelta es una Javier-Cansado_SERbuena noticia, se le echaba de menos.

Cansado, ¿no podrías traerte un día a Faemino de colaborador invitado? Ya sería la bomba. Por cierto, que nos los encontramos este verano en Calahorra y sólo fuimos capaces de decir «somos muy fans vuestros», el colmo de la originalidad. Pero es que nos gustan mucho, mucho. Si además sacan nuevo espectáculo, les voy a crear una sección en el blog. De momento, cuelgo otro vídeo -muy freak y muy divertido -de la sintonía del espacio de Pino y Cansado en La Ser, el Creep de Richard Cheese (versión a su vez del original de Radiohead), que me sigue poniendo de buen humor (si queréis ver al auténtico Richard Cheese, lo encontraréis en esta otra entrada del blog).

Recordando a Sara y a Antonia

Sara_Montiel_EntrevistaCuando hace poco más de un mes falleció Antonia Abad -Sara Montiel para la mayoría-, recordé la entrevista que le hice casi justo 21 años atrás: el 5 de abril de 1992, en el Diari de Tarragona. Era una de mis primeras entrevistas, y estaba preparada para enfrentarme al mito. Una cosa que nos sucede a la mayoría de los periodistas es que, incluso los tímidos como yo, aparcamos la vergüenza cuando estamos trabajando (por fortuna), y nos atrevemos a plantearles un cuestionario a todo tipo de personas; también a aquellas a las que nos daría pudor pedirles un autógrafo, o incluso saludarlas al cruzárnoslas por casualidad (como me pasó, por ejemplo, la vez que coincidí con Montserrat Caballé en un ascensor; pero esa es otra historia). Sin embargo, no pude entrevistarla en persona. Cuando acudí a su casa para hacerlo (entonces grababa un programa para TVE Catalunya y vivía en un piso en la zona alta de Barcelona) me abrió la puerta un asistente que me dijo que Sara no estaba arreglada como a ella le gustaba para recibir visitas o ser fotografiada. Me entregaron el cuestionario contestado a máquina. Extenso y, así me lo pareció, sincero.

Así que no pude ver a ese bellezón tremendo que era y que, estoy segura, seguía siendo aunque entonces ya tuviese 64 años. Sí conocí a su marido, unos días antes, en la grabación de «Ven al Paralelo». Un hombre encantador, muy cercano, y que, según explicaba Sara en la entrevista, le había aportado estabilidad. Como ella escribió en aquel cuestionario «Cuando el amor llega a los cuarenta años no hay que dudar que es el verdadero amor». Años después hablaría de Severo Ochoa como el hombre de su vida. Tal vez sí, pero puede que ahí interviniera la mitificación que solemos hacer de las pasiones cortas, donde hay mucho más espacio para adornar el recuerdo que vida compartida.

Me sorprendieron muchas cosas de las que me explicó. Como que no aprendió a leer y escribir hasta los 22 años, por intermediación del poeta León Felipe. «En aquella época no era como ahora que hay colegios públicos y la enseñanza es obligatoria. Antes sólo tenían derecho a aprender los ricos», contaba. Así pues, llegó todo lo lejos que lo hizo (a Hollywood, a concitar la admiración de miles de personas, algunas entre las más influyentes de la época, a ser nuestra primera gran estrella internacional…) únicamente con su belleza, su talento y su intuición para tirar adelante, y para tomar en cada momento las decisiones adecuadas para su carrera.

También aseguraba que la fama nunca se le subió a la cabeza, que no se olvidó de que era Antonia además de Sara. Me parece un buen ejemplo cuando tanta gente hoy pierde el norte si consigue sus cinco minutos de fama. Llevó siempre con orgullo sus orígenes humildes y se puso el mundo por montera tantas veces como lo creyó necesario. ¿Le pesó tanta belleza? En la entrevista respondió que a algunos les costaba ver a la actriz que había detrás de la sensualidad. Era tan guapa que hubiera sido absurdo que echase mano de falsa modestia. Nunca lo hizo, pero tampoco explicaba sus romances y las pasiones que despertó de forma presuntuosa. Simplemente, contaba su vida, tal cual. A mí me sigue conmoviendo ver sus fotos y películas. Me parece estúpido intentar reducir a una mujer (o a un hombre) sólo a un físico. Pero igual de bobo me parece negar que hay rostros y cuerpos que, cuando los contemplas, detienen el mundo por un instante. Y a veces va tan rápido, que se agradece.

Gracias, Pino y Cansado, por descubrirme a Richard Cheese y su Creep

Por favor, quien puede oír esto y aguantar sentado en la silla. Te sacude el muermo en segundos. Mi más sincero agradecimiento desde aquí a Javier del Pino y Javier Cansado por utilizar esta canción como sintonía en A vivir que son dos días, de la Cadena Ser. Muy fan ; )

Iván Faure: el viaje como experiencia vital

Ivan_Faure_Bicicleta

Imagen del viaje en bicicleta por Asia de Iván Faure

Hace poco entrevisté a Iván Faure para Santako Mola, una web de Santa Coloma de Gramenet en la que colaboro. Este colomense ha estado en más países (superan los 40) que años tiene (34). Además, en el caso de Australia y de Asia el viaje lo hizo en bicicleta, a un ritmo de unas 6 horas al día de intenso pedaleo.

De sus vueltas por el mundo dejan constancia sus estupendas fotografías, sus blogs (que le sirvieron para relatar su viaje casi casi en directo) y los dos libros que ha escrito. Pero queda sobre todo un modo de mirar la vida, y de vivirla. Explica que su primer viaje en solitario decidió hacerlo en un momento de cambios importantes en su vida, y que, por su timidez, nunca había pensado que se sentiría tan a gusto con la libertad que ofrece el viajar solo.

Viajaba solo pero, en casi todas partes, se sintió acompañado. Y arropado. Afirma que los occidentales nos hemos vuelto competitivos y egoístas, y que en Asia (y también en Australia; quizás porque, pese a ser un país de cultura y estilo de vida anglosajón, los tiempos y los ritmos son otros) hay más solidaridad. No niega que tuvo alguna experiencia negativa, pero valora las positivas, que fueron muchas más.

Explica que después de una experiencia así no hay vuelta atrás, que se hace muy difícil bajarse de la bici (hablando literal y también metafóricamente) y volver a una vida que encaje en los estándares hacia los que todos parecemos abocados: vivir en pareja, hipotecarse (eso cada día está más difícil), tener un trabajo estable (de esto ya ni hablemos), tener hijos.

Cuenta que sus amigos le tienen cierta envidia. Embarcados como están hace tiempo en esas vidas convencionales, les parece ya descartada para siempre la posibilidad de explorar itinerarios alternativos. Aunque, tal y como están las cosas, quizá alguno de ellos (o de nosotros) tenga que alterar un día de estos el rumbo que marcó hace tiempo. En cualquier caso, lo importante es que todos, tiremos hacia un lado o hacia otro, sigamos haciendo camino al andar, que diría el poeta. Aquí podéis leer la entrevista que le hice a Iván Faure para Santako Mola.