Mi #25N

VotarA toro pasado, es muy fácil adivinar resultados electorales. No me hubiera atrevido a hacer una porra con número de escaños exacto, porque sólo contaba con mis impresiones, sacadas de hablar con mis conocidos, seguir los medios y, aún más, las redes sociales. Pero sí comenté con los más cercanos que dudaba que CiU arrasara, que el PSC bajara tantísimo como se pronosticaba y que pensaba que los independentistas de siempre votarían sobre todo a ERC, porque siempre han dicho lo que pretendían y porque su candidato tenía un buen discurso. Y también que habría más participación que otros años, pero no como algunos creían sólo para votar a CiU y asegurarle la mayoría que pedía, si no también para lanzar un mensaje a la derecha de que algunas cosas nos preocupaban (y cabreaban) más que la independencia: los recortes, la pérdida de derechos, el paro, etc.

¿Y el post #25N? Pues Artur Mas lo tiene difícil. En su discurso he creído captar dos mensajes. A ERC: Companys, si voleu, pactem, però llavors la tissora ens la repartim, res de junts per a la independència, però lluny per a les retallades. Y a quiénes se habían creado muchas expectativas, no ya con un referéndum cercano, si no con una independencia cercana: Poble, encara no tenim prou majoria social per arribar on us vaig prometre. Però no em culpeu a mi sinó ho aconseguim, és culpa dels vostres vots.

Por favor que alguien ponga seny en todo esto. Cataluña se está empobreciendo a pasos agigantados. Necesitamos políticos que den la talla. Sean del color que sean. Que arreglen eso, y luego ya si quieren nos independizamos. O no. Ya lo decidiremos entre todos. Pero lo primero es lo primero.

PTA. El president acaba de salir otra vez. Alguien le debe haber dicho: Sal con otra cara y refuerza lo de que seguimos estando por el referéndum (eso sí, lo de «si no pasa será por los que no se hacen corresponsables», lo repite). Bona nit.

 

Con independencia o sin ella, Cataluña quiere respeto

Empiezo por decir que el nacionalismo es un sentimiento. Así que la vocación de independencia suele partir de un sentimiento nacionalista. Y aclaro que yo nunca he tenido ese sentimiento. Me siento catalana, pero también española. Y no me considero nacionalista de ninguno de los dos lugares. Me gusta que estemos juntos. Es así. No necesito razonarlo, ni puedo, porque ya he dicho que es un sentimiento, algo así como una cuestión de fe. O te sientes una cosa, u otra, o las dos, o ninguna de las dos.

Aclarado esto, se están haciendo las cosas tan mal desde hace tanto tiempo que acabarán convirtiendo la independencia de Cataluña en una necesidad. En una cuestión de supervivencia, sobre todo, económica. Ya ha salido la «pela» dirá más de uno, y lo tomará como una demostración de que sí, soy catalana. No seamos hipócritas. Para mí un país, una patria, lo forma la gente que quiero. Y si esa gente (que mayoritariamente vive aquí, en Cataluña) pese a currárselo mucho, se ve privada de derechos, por ejemplo de unos buenos servicios públicos (sanidad, educación…), lo paso mal. Y acabaré buscando alternativas.

Sé que la independencia no es la panacea. Que los políticos que nos gobiernan seguirán cometiendo errores tanto si mandan sobre Cataluña, como si lo hacen sobre Cataluña y España. Pero cuando oigo según qué declaraciones de políticos, conozco según qué decisiones judiciales o leo según qué titulares en periódicos, entiendo a los que no salen a la calle con la senyera, sino con la estelada.

Así que este año no estoy ahí, porque todavía no se me puede contar como independentista (y la presidenta de la entidad que organiza la manifestación ya aclaró que así lo harían con los que asistiesen). Pero si la relación España-Cataluña se sigue pudriendo sin que los que pueden, y deben, hacer algo para evitarlo lo realicen, a lo mejor el próximo 11-S sí. Por necesidad. Por cabreo. Y por una exigencia de respeto hacia la tierra en la que vivo (o, mejor aún, hacia las personas que viven en ella).