Por qué escriben los escritores (3)

Hace unas semanas Javier Cercas escribía un estupendo artículo en El País Semanal a raíz de una entrevista a Stephen King que el mismo sumplemento dominical había publicado. Pero más que la loanza a las sensatas y humildes declaraciones de King -uno de los reyes del best seller -lo que me gustó del texto de Cercas fue su reflexión sobre el origen y el sentido de las novelas.

Stephen King en 2007, foto de Pinguino's

Stephen King en 2007, foto de Pinguino’s

El porqué de la escritura es un tema que me interesa. Ya lo traté en dos post anteriores Por qué escriben los escritores y Por qué escriben los escritores (2). Yo daba cinco razones propias que luego vi que compartía con muchos autores profesionales. A saber: vivir otras vidas, completar los diálogos que no llegamos a tener (o no como nos hubiese gustado), conjurar el miedo, entender y entendernos y por el gusto de hacerlo.

En la entrevista Stephen King explica que el motor para iniciar sus historias es la pregunta «Qué pasaría si…». Creo que fue a Ernesto Sábato a quien escuché (más bien leí) que eso, la interrogación sobre una acción potencial y sus consecuencias, era un poderoso motor para empezar a llenar la hoja en blanco. De esa pregunta poderosa extrae Cercas la afirmación de que del diálogo entre todos los personajes de la novela surgen, para el escritor y para el lector, «vidas hipotéticas, caminos que nuestra existencia pudo seguir y no siguió o aún no ha seguido». No puedo estar más de acuerdo.

Tal vez por eso muchos autores dan vueltas sobre el mismo tema una y otra vez. Las relaciones de pareja, los hijos, la muerte, el pecado, la culpa… Cada uno tiene sus obsesiones que vuelca en el papel. Yo voy identificando las mías. Me encanta el final del artículo de Javier Cercas, aquí os lo dejo.

Así funcionan las novelas; tanto para quienes las escriben como para quienes las leen, eso son: vidas hipotéticas, caminos que nuestra existencia pudo seguir y no siguió o aún no ha seguido. Y para eso necesitamos las novelas: para vivir de mentira lo que no pudimos o no quisimos vivir de verdad, para enriquecer nuestras vidas, para ensayar el futuro y prepararnos para él o protegernos de él, para vivir del todo.

Por qué escriben los escritores (2)

Umberto Eco (Autor de la imagen: Università Reggio Calabria)

Umberto Eco (Autor de la imagen: Università Reggio Calabria)

Las profesiones artísticas (escritores, actores, cantantes) despiertan admiración, a veces envidia y, a menudo, curiosidad. ¿De dónde nace el talento? ¿Cómo decide uno que lo tiene o que, al menos, va a intentar desarrollarlo? ¿Por qué se eligen esas profesiones tan expuestas (a la crítica de los demás, por otro lado subjetiva) e inestables? La que estoy más cerca de comprender, porque es la que mejor se me da, es la literatura.

Hace unos meses escribí un post titulado Por qué escriben los escritores. Hoy he leído un antiguo artículo de El País (recuperado en Twitter por @odi_dia y @deescritores) donde 50 autores contaban sus razones para escribir, y me ha apetecido darle continuidad a mi post. Yo daba mis cinco razones básicas (1. Vivir de algún modo lo que no podemos llevar a cabo en la realidad, 2. Escribir los diálogos que te hubiera gustado mantener, 3. Conjurar miedos, 4. Entender y entenderse y 5. Porque me gusta).

Ha sido curioso comprobar como muchos de los escritores a los que El País preguntaba han dado alguno de esos cinco motivos (entre los más citados aparte de estos están la necesidad de hacerlo y el saber hacerlo bien). Citaré a algunos: Héctor Abad Faciolince esgrime el número 2: el tener tiempo para corregir, escoger las palabras. Joh Boyne el 4: entenderse a uno mismo. José Manuel Caballero Bonald, el 1: para emular, por escrito, las hazañas reales de otros (en su caso, las de Espronceda). Con Lucía Etxebarria comparto varios, los números 3, 4 y 5: conjurar miedos y neurosis, porque disfruta haciéndolo y para entenderse a sí misma. Con el celebérrimo Ken Follet tengo en común el motivo número 4 y el 5: comprender al mundo y al ser humano y disfrutar con la escritura. Y dejo para el final a Umberto Eco (cuya imagen ilustra este post) con su escueto argumento número 5: Porque me gusta (¿para qué más?).

Os dejo el enlace al artículo completo en El País. Y si vosotros escribís, ¿cuáles son vuestras razones? Y si no, ¿cuáles pensáis que son las motivaciones de vuestros autores preferidos?

Por qué escriben los escritores

Samuel Beckett. Imagen de John Haynes que ilustra la Beckett International Foundation

Una de las respuestas más repetidas cuando a un escritor le preguntan por qué escribe es que le permite vivir otras vidas (algo similar a lo que responden muchos actores). Aunque no me dedico a la escritura de ficción de forma profesional (a la de no ficción sí, siempre he trabajado como periodista), dudo que mis motivos sean muy diferentes a los de los autores consagrados (dejando aparte la cuestión monetaria, porque con lo que me da Cedro por mis cuentos publicados, no me compro ni un Chupa Chups). Así que ahí van.

Escribir, inventar, te permite llevar a cabo todas aquellas acciones que en la vida real (por miedo a las consecuencias, por pudor, por falta de decisión, porque las posibilidades de hacerlo te son esquivas…) te están vetadas. Por ejemplo, pavonearte ante un antiguo amor que te dejó y demostrale lo tonto que fue; o cantarle las cuarenta a un jefe déspota; o, simplemente, ser borde por un día con quien te dé la gana, que ya estás harta de ser la única que no se permite tener un mal día (o demostrar que lo tiene).

¿Y qué me decís de las réplicas ingeniosas? Seguro que has revivido cientos de veces una situación en la que te faltó agilidad mental y has pensado «tendría que haberle dicho esto, o lo otro, y el final de la historia hubiese sido distinto». Pues amigos, cuando escribes, tienes todo el tiempo del mundo para madurar la respuesta, para buscar la frase idónea. ¿No es genial?

Otro estupendo motivo: conjurar el miedo. Puedes llevar a tus personajes a pasar por esos trances que te atemorizan. No sé, que te encarcelen injustamente, el dolor físico, la ruina económica… Si tus criaturas ficticias (en el fondo, tú) ya han pasado por ello, disminuyen tus probabilidades estadísticas de que le toque también a tu yo real (es una teoría peregrina, pero consuela).

Para entender, para entenderse. ¿Has escrito alguna vez un diario? ¿Has hecho una lista de pros y contras antes de tomar una decisión? Estabas intentando poner orden en tu cerebro. O, en un alarde de osadía, en el mundo. Enfrentarse a un papel obliga a reflexionar. Lo que no se dice no existe. Lo que no se escribe, a menudo, no se entiende. 

Y frente al demasiado dramático para mi gusto «sin escribir no sé vivir», un simple «escribo porque me gusta hacerlo». Como colofón, una frase de Samuel Beckett, el genial autor que ilustra esta entrada: «Las palabras son todo lo que tenemos». No se puede decir más con menos.