El escritor que más me habría gustado que me firmase un libro en Sant Jordi, José Luis Sampedro, falleció hace unos días (para disgusto de muchos que le admirábamos: ya fuera en su faceta de novelista, en la de economista o, simplemente, como persona). Muchos jóvenes lo han descubierto a raíz de su posicionamiento a favor de movimientos como el 15M y de la movilización y concienciación de los ciudadanos. A estos últimos, recomendarles que, además de leer sus ensayos o libros de economía, no dejen pasar sus libros de ficción.
Recuedo la impresión que me causó La vieja sirena. Además de la belleza de la historia, sus reflexiones sobre el amor, el erotismo, las relaciones de amistad, de pareja… Aún recuerdo algunas de ellas como si lo hubiese leído ayer. La sonrisa etrusca es una pequeña joya que repiensa la vida, la vejez, el amor a una edad avanzada… El amante lesbiano lo escribió, si no recuerdo mal, pasados los 80 años. Y es un texto con mucho riesgo, muy expuesto por el tema, por la forma de abordarlo. Claro que, bien pensado, cuando uno llega a esa etapa de su vida, si ha andado bien el camino, te la debe traer al pairo lo que piensen de ti los demás. Debe ser una de las pocas ventajas de envejecer: el saber calibrar, por fin, en qué batallas conviene meterse en cuáles no.
También me he leído El río que nos lleva y estoy ahora con Monte Sinaí. Me quedan, por tanto, algunas obras suyas que leer. Así que, pasando mucho de si son o no novedades, este Sant Jordi le haré mi pequeño homenaje comprando libros suyos. Empezaré por La vieja sirena, que tomé prestado de la biblioteca hace milenios y siempre he querido tenerlo en casa. José Luis, por aquí abajo, te echaremos de menos.
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