Los yayoflautas vuelven a la carga

Los yayoflautas (del catalán ‘iaio’, abuelo, y de ‘perroflauta’) han vuelto a salir a la calle. No son muchos, y difícilmente lograrán doblegar a ningún banco, gobierno o agencia de calificación, pero a mí me gusta que sumen su voz a las de otras generaciones para decir que ya está bien. Porque ya está bien. Esto parece un complot para ir minando la moral de la gente. Para que traguemos con todo. Para que nos resignemos. Ya digo, quizás no consigan nada, pero al menos que los que mueven los hilos no nos hagan comulgar con ruedas de carreta. Muchos están sacando tajada de la crisis. No sé qué cálculos se hacen, pero un país que deja que su talento salga fuera, y que no reconoce y valora al que se queda, tiene un futuro muy negro por delante. Como ya dije una vez, no quiero convertirme en una iaiaflauta.

No quiero convertirme en una iaioflauta

Me ha hecho mucha gracia esta denominación que se han otorgado un grupo de personas mayores, que han ‘ocupado’ esta tarde una entidad bancaria de Passeig de Gràcia, en Barcelona. Me ha parecido divertida (iaio, de abuelo en catalán, combinado con flauta, al modo de los ‘perroflautas’) y un buen homenaje a los miles de indignados a los que algunos han llamado perroflautas despectivamente.

Comprendo que estén indignados. Lucharon mucho para que sus hijos tuvieran una vida mejor, menos dura, que la suya y, como ellos dicen, ahora temen por la vida que pueda esperarles a sus nietos. Si las cosas no cambian, muchos miembros de nuestra generación (la que está o ronda los 40) no podremos dejarles una vivienda en herencia a nuestros hijos (con suerte, no heredarán la hipoteca).

No es que lo material sea lo más importante que unos padres pueden dejarle a unos hijos. Por delante están una buena educación, un buen ejemplo de vida, mucho cariño y apoyo… Pero también es verdad que no es lo mismo partir de cero a que te encuentres al menos un trozo del camino despejado. Y también muchos queremos que cuando sean mayores vivan una temporada en el extranjero, pero por gusto, por afán de superación y curiosidad, no porque en su tierra sea imposible que encuentren un trabajo digno.

Vamos, que espero que la situación se enderece para no pasar en unas décadas de indignada mamaflauta a indignada iaiaflauta. En fin, que me pongo de mal humor, y había empezado con una sonrisa pensando en la marcha de estos iaios.