Por qué escriben los escritores (2)

Umberto Eco (Autor de la imagen: Università Reggio Calabria)

Umberto Eco (Autor de la imagen: Università Reggio Calabria)

Las profesiones artísticas (escritores, actores, cantantes) despiertan admiración, a veces envidia y, a menudo, curiosidad. ¿De dónde nace el talento? ¿Cómo decide uno que lo tiene o que, al menos, va a intentar desarrollarlo? ¿Por qué se eligen esas profesiones tan expuestas (a la crítica de los demás, por otro lado subjetiva) e inestables? La que estoy más cerca de comprender, porque es la que mejor se me da, es la literatura.

Hace unos meses escribí un post titulado Por qué escriben los escritores. Hoy he leído un antiguo artículo de El País (recuperado en Twitter por @odi_dia y @deescritores) donde 50 autores contaban sus razones para escribir, y me ha apetecido darle continuidad a mi post. Yo daba mis cinco razones básicas (1. Vivir de algún modo lo que no podemos llevar a cabo en la realidad, 2. Escribir los diálogos que te hubiera gustado mantener, 3. Conjurar miedos, 4. Entender y entenderse y 5. Porque me gusta).

Ha sido curioso comprobar como muchos de los escritores a los que El País preguntaba han dado alguno de esos cinco motivos (entre los más citados aparte de estos están la necesidad de hacerlo y el saber hacerlo bien). Citaré a algunos: Héctor Abad Faciolince esgrime el número 2: el tener tiempo para corregir, escoger las palabras. Joh Boyne el 4: entenderse a uno mismo. José Manuel Caballero Bonald, el 1: para emular, por escrito, las hazañas reales de otros (en su caso, las de Espronceda). Con Lucía Etxebarria comparto varios, los números 3, 4 y 5: conjurar miedos y neurosis, porque disfruta haciéndolo y para entenderse a sí misma. Con el celebérrimo Ken Follet tengo en común el motivo número 4 y el 5: comprender al mundo y al ser humano y disfrutar con la escritura. Y dejo para el final a Umberto Eco (cuya imagen ilustra este post) con su escueto argumento número 5: Porque me gusta (¿para qué más?).

Os dejo el enlace al artículo completo en El País. Y si vosotros escribís, ¿cuáles son vuestras razones? Y si no, ¿cuáles pensáis que son las motivaciones de vuestros autores preferidos?

Pobres mitómanos, pobres escritores

Este Sant Jordi me estrené como cazadedicatorias en las Ramblas. Fue un estreno modesto, pero intenso. Hice cola (¿cola? Más bien era una masa informe de gente,
en un espacio demasiado pequeño para tanto fan) para que Javier Marías me firmase su último libro: Los enamoramientos. Estuve como hora y media apretujada, con instantes de desfallecimiento en los que llegué a pensar que nunca alcanzaría a ver la mesa de firmas.
Creo que el grandísimo Marías estaba casi tan incómodo como yo. ¿Qué se le puede decir a un escritor que ha estampado ya 50 firmas (more or less) y tiene al menos 100 más por escribir? ¿Que te encanta su libro, que aún no has leído? ¿Que le admiras (es obvio, si no, no estarías allí)? Y él, ¿qué te puede decir él a ti?
Para romper el hielo, le comenté que seguía desde siempre sus artículos en El País. No creo que me escuchara. Eso sí, es justo explicar que tuvo la sensibilidad de preguntarme si quería que me lo dedicara como Carmen o como Carme. La dedicatoria, estándar imagino: «Para Carmen, y que lleve ojo con quien la
enamore». Tomo nota, Marías.
Es una situación soñada por todo aquel que escribe. Gente que te admira, que da valor a tus palabras. Pero también rara, forzada… Y eso en el caso de quienes se convierten en los campeones de las firmas ese día. Al lado estaba Rosa Montero, otra buena escritora, a mi entender. Pero este año Marías era un compañero de mesa muy fuerte, un peso pesado para todos los que veníamos de leer su tremenda trilogía «Tu
rostro mañana». Así que Javier gastaba juego de muñeca y Rosa tenía algunos intervalos que se le debían hacer eternos por comparación.
En fin, que Sant Jordi es un día duro para los lectores (por los achuchones, sobre todo) y para los escritores. Y aún así, quien pudiera sentarse un día en una de esas mesas.
Soñar es gratis. Y hermoso.

PTA. Esta entrada la publiqué originalmente el pasado 3 de mayo en mi anterior blog, vadeletras, al que le he perdido la pista (ya no puedo acceder a él). La replico aquí.

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